Magnetismo natural: Los imanes.
El nombre de magnetismo, proviene de Magnesia, una ciudad de la
antigua Grecia en la que abundaba un mineral con propiedades magnéticas,
este material actualmente se conoce como magnetita. La comparación con las
cargas eléctricas puede extenderse a la intensidad de la fuerza y su
dependencia con la distancia, siendo inversamente proporcional al cuadrado de
la distancia existente entre ellos.
Todo imán tiene dos polos magnéticos: El polo norte y el polo sur,
cuya interacción produce dos tipos de fuerzas:
1.
Fuerzas de repulsión
2. Fuerzas de atracción
Magnetismo artificial: la imantación
No todos los materiales son atraídos por un imán. Esta atracción suele
presentarse con mayor fuerza en materiales como hierro, el níquel y el cobalto.
La magnetización de un material depende del campo
magnético aplicado. Sin embargo, a diferencia de los dieléctricos, que
responden todos de la misma forma (aunque en mayor o menor medida) a un campo
eléctrico externo, los materiales responden de diferente manera a los campos
magnéticos. Por ello, pueden clasificarse en distintos tipos:
Diamagnéticos
Son materiales (Hg, Ag, Pb,…) en los que aparece una magnetización muy
débil que va en sentido opuesto al campo magnético aplicado. Esto provoca que
sean repelidos por los imanes (pero muy ligeramente)
Paramagnéticos
Son materiales (Al, Au, Mg,…) que cuando se les aplica un campo
magnético externo, aparece en ellos una magnetización muy débil en el mismo
sentido del campo aplicado.
Ferromagnéticos
Son materiales metálicos (Fe, Co, Ni,…) que pueden presentar una
magnetización en ausencia de campo externo (imanes) y que responden a los
campos externos con una elevada imanación adicional en el mismo sentido del
campo aplicado.
Ferrimagnéticos o ferritas
Son óxidos como la magnetita que presentan propiedades magnéticas
similares a los ferromagnéticos, aunque al tratarse de óxidos presentan una
conductividad eléctrica mucho menor que los ferromagnéticos, que son metales.
Los objetos de material ferromagnéticos pueden transformarse en imanes
bajo un proceso denominado imantación, el cual consiste en dejar
durante cierto tiempo el material en contacto con un imán y asi producir un
imán artificial. Esta imantación puede ser de tipo temporal o permanente.
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